Cuando nos
levantamos por las mañanas, tenemos la posibilidad de acceder a una aplicación
de descarga gratuita que nos informa sobre el tiempo que hemos dormido, las
horas que hemos caído en estado REM y si nos hemos despertado alguna vez.
Desayunamos viendo las noticias en el móvil o informándonos sobre las últimas
publicaciones de nuestros amigos en Facebook. Cuando llegamos a la parada del
autobús una aplicación nos indica el tiempo que tardará en llegar y si nos vemos
apurados de tiempo podemos acceder a Mytaxi, otra aplicación que nos permite
pedir un taxi de manera gratuita y pagar a través de la misma aplicación. En la
Universidad nos comunicamos con los profesores por campus virtual y por e-mail,
muchas de nuestras asignaturas son online y cada cierto tiempo realizamos
conferencias por Skype o por Blackboard Collaborate. Hemos sustituido la
mayoría de llamadas telefónicas por mensajería instantánea o Whatsapp…..Es
decir, nuestra vida entera gira en torno a la tecnología y está presente en,
cada vez más ámbitos de nuestro día a día.
De la misma manera, la tecnología y, entre ella, las web 2.0 han
llegado a las aulas y al ámbito de la educación. Esto ha creado diferentes
controversias, opiniones y puntos de vista, pero si una cosa tenemos clara es
que no podemos luchar en contra de un fenómeno que se arraiga irreversiblemente
a nuestra sociedad. Si las web 2.0 crean rechazo, no es por las múltiples
posibilidades que nos ofrecen, sino por falta de conocimiento. ¿Qué profesor se
mostraría reacio a cambiar una tutoría presencial en la que tuviera que
desplazarse en autobús o en metro, por una tutoría online desde el sofá de su
casa? ¿Qué profesor se mostraría reacio a poder dar una clase en una
Universidad que no está en su país sin desplazarse de su casa? ¿Qué alumno
preferiría que su profesor perdiera tiempo escribiendo en la pizarra el
temario, cuando lo puede traer todo preparado y claramente expuesto en un
powerpoint? ¿Quién, en general, rechazaría todas las posibilidades y la
flexibilidad que nos ofrecen las nuevas tecnologías y las web 2.0?
Yo creo que nadie. Por lo tanto la solución no está en eliminar las
nuevas tecnologías de la educación y vetar su uso en el aula. Sino en la
formación de los profesores, para que conozcan sus posibilidades y aprendan a
manejarlas.
Por lo tanto, si me preguntáis cuál es la aportación más
importante de la web 2.0 a la enseñanza de lenguas, no hablaré de una web, de
una aplicación o de una herramienta concreta, (ya que considero que eso es una
cuestión bastante personal y depende de la metodología de cada aula) sino de la
flexibilidad y las innumerables posibilidades que nos ofrece.
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